El maltrato y el abuso durante la infancia generan, en el adulto que los sufrió, una gran dificultad para manejar situaciones en las relaciones interpersonales en las que se vive un cierto grado de incontrolabilidad.
Una gran cantidad de personas que vivieron situaciones de maltrato o de abuso en su infancia tienen mermada su salud física. El trauma toma cuerpo y se manifiesta en falta de fortaleza y vigor y en dolencias, malestares y enfermedades.
Las respuestas de las víctimas en su intento de elaboración y procesamiento de su trauma, conducen a muchas de ellas a una integración de las acontecimientos traumáticos vividos y de las consecuencias personales y sociales que éstos han tenido
Una problemática reiterada en la consulta, fiel reflejo de lo que vemos ampliamente repetido en la vida cotidiana, es la elección de malos cómplices en el desarrollo de la vida de nuestros pacientes. En las personas que han vivido un trauma significativo provocado por otro ser humano, el proceso de depositar confianza en otros es especialmente complejo.
Son muy diversas las formas de abordar el complejo tema del perdón, casi todas ellas van ligadas a una restauración de la relación con el ofensor. Quiero plantear una perspectiva que va únicamente unida a la posición que la víctima, de forma individual y libérrima, adopta frente a los victimarios y frente al daño recibido.
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