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No es nada, nada
algo sin trascendencia,
nada.
Una dificultad leve
en la respiración.
Problema de angostura
parece.
¿Acaso no sabías
que la puerta es estrecha?

 

Rafael Cadenas

Una gran cantidad de personas que vivieron situaciones de maltrato o de abuso en su infancia tienen mermada su salud física. El trauma toma cuerpo y se manifiesta en falta de fortaleza y vigor y en dolencias, malestares y enfermedades. Las vías por las que el trauma influye en la salud son tanto indirectas (por sus repercusiones socioeconómicas y psicosociales, a través de generar comportamientos y por influir en el desarrollo de patrones de conducta) como directas (a través de gestar alteraciones biológicas). Todas estas vías confluyen y se entretejen impidiendo delimitar la influencia exacta que cada una de ellas ejerce.

psicoterapia maltratoEn primer lugar es imprescindible señalar que todas las apreciaciones que se realizan en este tema no son generalizables a todas las personas que han vivido un trauma infantil. Algunas han conseguido una integración de su vivencia, sin que existan razones para pensar en una influencia negativa persistente en ellas. Otras han logrado transformar el daño en una fortaleza, tanto física como psíquica, y desarrollarse con vitalidad. Una parte significativa viven con el trauma y con las consecuencias negativas que ha ido originando con el paso del tiempo.

Entre las diversas cuestiones que influyen en una mala salud, en el adulto que vivió un trauma infantil, podemos destacar las siguientes: :

-Las vivencias traumáticas infantiles se asocian a personas que en su vida adulta tienen menores niveles educativos y económicos. Por su parte, es ampliamente reconocido que  en los niveles socioeconómicos más bajos los indicadores de salud son más negativos.

-Los comportamientos de autocuidado se pueden ver claramente mermados cuando se crece en un entorno de maltrato.

-Son frecuentes las alteraciones de la conducta alimentaria, tanto con ingestas descontroladas como con un desorden en los ritmos de comida.

-Se da una tendencia a la obesidad.

-Se alteran los ritmos de sueño con frecuente ausencia de sueño reparador.

-Se produce una fijación en algunos problemas de salud, con utilización excesiva de fármacos.

-Se observa una baja adherencia al cumplimiento de tratamientos prescritos, con abandonos parciales o totales de los fármacos y de las revisiones.

-Existe una mayor incidencia de comportamientos de riesgo, con un incremento de los accidentes.

-Se incrementan las posibilidades de vivir un nuevo acontecimiento traumático.

-Se da un consumo sostenido y elevado tanto de alcohol como de tabaco.

-La incidencia del consumo de drogas ilegales se incrementa.

-Se mantienen conductas sexuales con alto riesgo de infecciones de transmisión sexual.

-Se carece de una percepción ajustada de las sensaciones físicas siendo éstas unas veces absolutamente invasivas y otras totalmente ignoradas.

-Con frecuencia se evitan las consultas médicas que conlleven una exploración física.

– El consumo continuado de psicofármacos, con poco o ningún control médico, puede instaurarse como un hábito.

-La excitación fisiológica crónica conduce a un desgaste físico sostenido.

-Como consecuencia de las vivencias traumáticas infantiles  se pueden producir cambios en la estructuración cerebral.

-Pueden producirse alteraciones en los sistemas neuromoduladores de respuesta al estrés.

-La tensión vital sostenida tiene repercusiones tanto en el sistema cardiovascular como en el neuroendocrino.

-Tanto el trauma inicial como la congelación del afecto y la pérdida de la modulación afectiva conllevan alteraciones en el sistema inmune.

En una visión integrada de cerebro, cuerpo y mente, la psicoterapia enfocada hacia el desarrollo de capacidades y potencialidades es una vía esencial para conducir al abandono de comportamientos nocivos y para posibilitar la adquisición de conductas favorecedoras de la salud.

Mantengo el convencimiento de que la integración del trauma en el devenir vital repercutirá en un mayor bienestar general y en la disminución de la posibilidad de aparición de patologías físicas. Dotar de sentido y de palabras a las manifestaciones corporales ayudará a entender el lenguaje del cuerpo y a evitar que sea una mala vía de expresión del maltrato y del abuso.

Autor: Antonio Sánchez

Autor: Antonio Sánchez González

Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos

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