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Si no encuentras nada en estos pasillos, abre las puertas, si no encuentras nada detrás de esas puertas, hay nuevos pisos, si no encuentras nada arriba, no hay problema: tambaléate por nuevas escaleras hacia arriba.

 

Franz Kafka

Cuando el día de hoy está permanentemente lleno de un pasado en el que el abuso y el maltrato tuvieron una presencia relevante, la vida se torna en un continuo arrastrar esa losa. Kierkegaard planteó como la comprensión de la vida únicamente puede hacerse mirando hacia atrás; y, sin embargo, para que ésta sea vivida, es necesario mirar hacia delante.

psicoterapia pensarEl peso de un pasado traumático no elaborado lastra el presente e impide acometer, con posibilidades de éxito personal, la construcción de un futuro diferente. La vida ha de ser construida mirando hacia adelante, estando en un presente. Cuando se está, la mayoría de las veces de forma inconsciente, en ese pretérito, en el que el maltrato y el abuso, lejano en el calendario pero totalmente vigente en el aquí y ahora, fueron parte constitutiva de la vida, nada personalmente productivo puede realizarse.

La convivencia del adulto con el niño traumatizado que fue, debe tratar de romper la repetición de las conductas que, como una condena autoimpuesta, le conducen una y otra vez a acciones y relaciones en las que de forma manifiesta, encubierta o disfrazada se recrea, se revive y se actualiza el abuso y el maltrato.

Desde la posición que Nietzsche aportó, en relación con la educación, a través de su invitación a mirar, pensar, hablar y escribir podemos abrir una vía para aligerar el peso del pasado traumático. Freud, en su trabajo: «Recordar, repetir, reelaborar», nos delinea posibilidades de imbricar el pasado (recordar), el presente (repetir) y apuntar a un futuro (reelaborar). A muchas personas abusadas les resulta paradójica esa invitación al recuerdo ya que sienten que su problema es la omnipresencia y la continua rememoración del daño recibido.

Empezar a mirar en el pasado, sin extraer conclusiones y evitando los enjuiciamientos rápidos. Poder comprender cómo muchos actos, sin aparente conexión con el abuso, realizados a lo largo de la vida han sido formas de expresión del trauma. Pensar, sin culpabilización, sobre las oportunidades perdidas y sobre los daños infligidos como consecuencia de las férreas defensas desarrolladas para protegerse del daño. Recordar ampliando la mirada, pudiendo incluir nuevos datos y sensaciones, generando la posibilidad de abarcar un pasado amplio y no solamente circunscrito al maltrato. Ver, hablar, escribir, expresar corporalmente una nueva repetición del trauma que a diferencia de las anteriores introduzca posibilidades de un cambio. Repetir de forma diferente, desde otra posición. Elegir nuevos interlocutores con los que poder inferir nuevas perspectivas. Se abren así posibilidades de pensar, de recordar muchas cuestiones encubiertas o ignoradas.

Así llegamos a lo esencial del proceso de aligerar la losa; reelaborar. Vivir en toda su magnitud el abuso; vivirlo en un presente donde existen posibilidades de construir un futuro diferente, donde las amenazas del pasado son afrontables. Poderse detener en las sensaciones y sentimientos que han pasado una y mil veces haciendo daño y sin poder mirarlos de frente. Sentir, vivir la vergüenza tanto propia como de la persona agresora. Conjurarse frente a los olvidos evasivos. Luchar por hallar nuevos aspectos, a incluir en la rueda del mirar, para poder de nuevo recordar y entrar en una repetición diferente con nuevas posibilidades y así llegar a una nueva reelaboración.

La travesía debe estar jalonada de experiencias emocionales que, por un lado, sean restitutivas y, por otro, aporten oportunidades y nuevas posibilidades. El proceso es individual pero es imprescindible contar con compañeros, cómplices del camino.

El camino de mitigar el peso y el dolor que el abuso generó debe sustentarse en tres bases secuenciales: persistencia en la búsqueda de nuevas y diferentes posibilidades, darse tiempo y, por último, mantener una expectativa continua de disposición a acoger la suerte.

Autor: Antonio Sánchez González

Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos

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