Cuando el día de hoy está permanentemente lleno de un pasado en el que el abuso y el maltrato tuvieron una presencia relevante, la vida se torna en un continuo arrastrar esa losa. Kierkegaard planteó como la comprensión de la vida únicamente puede hacerse mirando hacia atrás; y, sin embargo, para que ésta sea vivida, es necesario mirar hacia delante.
Suicidio o accidente difícilmente explicable; afrontar este cuestionamiento o no hacerlo se transforma en una compleja disyuntiva para un amplio grupo de personas que tienen que enfrentarse a esta situación. Un suicido siempre es un cuestionamiento para el que queda vivo.
Tras vivir un trauma, quienes lo sufren afrontan un proceso personal de intentos de asimilación de lo vivido. En algún momento de este proceso, en el que la víctima no tiene apenas intervención, el desarrollo legal de su caso puede hacer aparición y ,entonces, se ve envuelta ,de forma paralela, en un proceso judicial y en su conflicto personal de adaptación e integración de sus vivencias.
El maltrato y el abuso durante la infancia generan, en el adulto que los sufrió, una gran dificultad para manejar situaciones en las relaciones interpersonales en las que se vive un cierto grado de incontrolabilidad.
Una gran cantidad de personas que vivieron situaciones de maltrato o de abuso en su infancia tienen mermada su salud física. El trauma toma cuerpo y se manifiesta en falta de fortaleza y vigor y en dolencias, malestares y enfermedades.
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