La progresiva y excesiva medicalización de la vida cotidiana es una de las problemáticas relevantes de nuestra estructura social. En el campo de la psiquiatría es cada vez mayor el número de personas que acuden a consulta demandando una solución rápida a problemas que generan frustración e incertidumbre
Dormir es desconectar y, por tanto, abandonar un mundo sobre el que, de forma real o imaginada, se siente un cierto control. Es entrar en contacto con otro mundo que, pese a ser totalmente nuestro, nos parece ajeno.
La conceptualización del duelo como una cuestión a superar desvirtúa lo que éste es: un proceso de dolor en el que, tras una pérdida significativa, se añaden sentimientos, y sensaciones a la vida. Un duelo nunca se supera, en el sentido de un acontecimiento que acabó y que ya no tiene influencia en uno; un duelo se siente, se soporta, se sufre.
Hace más de una década, casi dos para ser sincera, un niño de 7 años que vino a la primera entrevista con su madre, cuando le pregunté qué le traía a la consulta me dijo: “tengo un tedehache, como el cabrón de mi padre, y ella (su madre claro) quiere que me lo quites sin pastillas”
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