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Donde penas y dichas no sean más que nombres, 
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; 
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, 
Disuelto en niebla, ausencia, 
Ausencia leve como carne de niño. 

 

Luis Cernuda

La conceptualización del duelo como una cuestión a superar desvirtúa lo que éste es: un proceso de dolor en el que, tras una pérdida significativa, se añaden sentimientos,  y sensaciones a la vida. Un duelo nunca se supera, en el sentido de un acontecimiento que acabó y que ya no tiene influencia en uno; un duelo se siente, se soporta, se sufre. Se vive el dolor de la pérdida sabiendo que ésta nos acompañará, en muy diversas formas y medidas, durante el resto de la vida. En contraposición, el concepto de elaborar el duelo implica la asunción de la pérdida y de todos los quebrantos y los daños asociados a ella; la elaboración es un desarrollo en el que, aceptando el revés sufrido, se iniciará un proceso en el que poder integrar, dentro de la estructuración personal, esa vivencia y así poder contribuir a la construcción de nuevas experiencias vitales que, inexorablemente, conducirán a nuevos duelos y a nuevas elaboraciones.

Psicología dueloTan deletérea es la patologización del duelo como el pretender que éste pase rápido. La pena, la tristeza, el pesar, el desconsuelo, la pesadumbre, la nostalgia, el enfado, el enojo, la cólera, la desazón, la irritación y la rabia son reacciones no patológicas que van asociadas al descalabro vivido. En nuestra sociedad existe un progresivo y creciente movimiento tendente a la erradicación del duelo; pocos momentos después de la pérdida algún alma bondadosa habrá proporcionado al doliente un ansiolítico; los médicos, unos por convicción y otros por necesidad de hacer algo, aportarán rápidamente un tratamiento psicofarmacológico tendente a que no se viva la tristeza y el dolor junto con el resto de emociones consideradas negativas. Cuando este intento de erradicación da frutos se llevará consigo todo tipo de emociones, que generarán carencias añadidas que conducirán a uno de los deseos sociales más extendidos: no sentir afectos displacenteros.

Tanto las excesivas intervenciones psicofarmacológicas como las tempranas e intrusivas intervenciones psicoterapéuticas pueden interferir en los procesos personales de elaboración. Es imprescindible dejar un tiempo, en el que la función de los terapeutas deber ser de un acompañamiento expectante, para que el deudo pueda poner en marcha, dentro de sus recursos, muchas veces ignorados o velados, sus mecanismos de afrontamiento, sus vías prevalentes de enfrentar problemas y la búsqueda de sus apoyos sostenedores y facilitadores.

El duelo debe ser una experiencia para vivirla, no para intentar hacerla desaparecer. En la senda de transitar por esa elaboración de toma de conciencia de lo perdido y de construcción de nuevos esquemas referenciales es esencial la búsqueda de buenos y eficientes apoyos y refuerzos.

El esquema tan actual de rápido y sin sufrimiento  conlleva múltiples problemas posteriores que generarán una sucesión de carencias que conducirán, indefectiblemente, a una vida paulatinamente más pobre, menos autónoma e improductiva y menos propia.

Autor: Antonio Sánchez

Autor: Antonio Sánchez González

Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos

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