El maltrato y el abuso durante la infancia generan, en el adulto que los sufrió, una gran dificultad para manejar situaciones en las relaciones interpersonales en las que se vive un cierto grado de incontrolabilidad.
Una gran cantidad de personas que vivieron situaciones de maltrato o de abuso en su infancia tienen mermada su salud física. El trauma toma cuerpo y se manifiesta en falta de fortaleza y vigor y en dolencias, malestares y enfermedades.
Son muy diversas las formas de abordar el complejo tema del perdón, casi todas ellas van ligadas a una restauración de la relación con el ofensor. Quiero plantear una perspectiva que va únicamente unida a la posición que la víctima, de forma individual y libérrima, adopta frente a los victimarios y frente al daño recibido.
Una comprensión del perdón, entendido como un conjunto de de cambios en la motivación y como un elemento para restaurar la interacción social tras un conflicto, se estudia en un interesante trabajo (1), tanto por los datos que aporta como por las sugerencias que aporta, en el que se analiza cómo los gestos conciliadores promueven el perdón y reducen la rabia.
Las agresiones verbales como una de las formas de maltrato y abuso en la infancia están claramente infravaloradas; ésto pese a la existencia de diversos estudios que demuestran las deletéreas consecuencias psicopatológicas que padecen las personas que han padecido estas agresiones y las consecuencias adversas
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