La existencia de un pasado con una infancia feliz no es, ni mucho menos, una realidad generalizada. Por el contrario, todos los profesionales que trabajamos en terapia constatamos, de forma reiterada y permanente, la existencia de muchos adultos que han vivido una infancia traumática.
La convulsión y la crisis actual nos ubica en un inmejorable momento para recapacitar sobre el tiempo, su persistir y su fluir, su paso y su permanencia: lo casual y lo causal, lo efímero y lo perdurable.
El maltrato a los ancianos es una problemática ocultada en unos casos, disimulada en otros y generalmente ignorada. Es muy difícil definir los límites entre los diferentes malos tratos y la negligencia,
Es frecuente que ante un trauma-agresión, abuso,maltrato- los cercanos a la víctima tengan que hacer una elección: o están con la víctima o están con el verdugo.
Los victimarios son apoyados, de muy diferentes formas y con diversas intensidades, por muchísimas personas en la realización de sus actos; sin estos apoyos el daño a las víctimas cesaría o se produciría con una menor intensidad y frecuencia.
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