Existen dos grupos en el sufrimiento que inflige la muerte y, en el reparto proporcional de este sufrimiento, al superviviente le toca la peor parte.
A. Toynbee
El suicidio de una persona, con la que se tiene un importante y significativo lazo afectivo, coloca a quien lo vive en una posición en la que tendrá que integrar una gran cantidad de sentimientos y vivencias afectivas.
El impacto que un suicidio tiene va a venir determinado por tres ejes esenciales: en primer lugar, la estructura personal de quien lo vive en la que será especialmente relevante la configuración de las relaciones interpersonales, en general, y en particular la configuración de la relación con el suicida; en segundo lugar, el tipo de acto suicida, con las características de implicación y consecuencias directas que conlleve para el allegado; y, en tercer lugar, el momento en que el acto ha sucedido, siendo especialmente relevante la etapa vital del allegado y la situación en la que se encontraba la relación con el suicida en este momento.
La labor a la que se enfrentan y el apoyo que necesitan los allegados a suicidas, a los que se les califica como supervivientes del suicidio y que sería mejor considerarlos como damnificados de éste, se puede delimitar en las siguientes líneas de trabajo:
– Romper la losa del silencio, poniendo palabras a todo lo ocurrido y facilitando la expresión de sentimientos y vivencias.
-Construir un relato amplio y sostenible en el que tengan cabida los múltiples detalles, circunstancias, particularidades y pormenores que se relacionan de forma directa o indirecta con el suicidio.
-Elucidación amplia de la relación con el suicidado sin que el acto suicida sea el eje central de esa relación.
– Trabajar la conceptualización general del suicidio que se tenía antes de vivirlo y la que se tiene en el momento actual.
-Expresión y aclaración de sentimientos actuales que se tienen hacia el suicida, hacia otras personas cercanas a él, hacia otras personas, en general, y hacia instituciones u organismos implicados o a los que se les atribuye implicación.
-Evitar explicaciones sencillas o únicas tanto del suicidio del allegado como del suicidio en general.
-Dotar de sentido y significaciones del acto para el suicida y diferenciarlo de la significación y del sentimiento para el allegado.
-Valorar el impacto del suicidio y de sus consecuencias en opiniones, actitudes, creencias e incluso valores que eran sostenidos previamente a éste.
-Desmontar la vergüenza, trabajando sobre la conceptualización del suicidio como un acto deshonroso o humillante.
-Esclarecimiento y afrontamiento de las propias ideas de muerte y de suicidio luchando contra la idea generalizada de que hablar de estas cuestiones incrementa el riesgo de suicidio.
-Clarificación, validación y legitimación de todo lo sentido, mostrando que no existe un patrón normal de sentimientos sino una amplia variedad de éstos no sospechada previamente por uno mismo.
-Expresión de las diversas culpabilizaciones tanto hacia sí mismo como hacia otras personas, tanto por las acciones como por las omisiones realizadas o atribuidas.
-Analizar los vínculos relacionales actuales y el impacto del suicidio en ellos, afrontando los rechazos y estigmatizaciones que se producen tanto por parte de personas cercanas como de la sociedad en general.
-Desarrollo de las actuaciones deseadas tanto hacia el suicidado como frente a otros allegados u otras personas a las que por diversas razones se relacione con el suicidio.
-Especificar conflictos y temores entre allegados anteriores al suicidio evitando atribuir a éste la mayor parte de los problemas de relación.
-Aclarar el manejo de cuestiones burocráticas y apoyar en el afrontamiento de problemas legales minimizando la victimización secundaria, esto es los costes personales que tiene todo el proceso legal, administrativo y las repercusiones mediáticas.
– Establecer nuevos vínculos relacionales tanto con el suicida como con otros allegados y con el mundo en general.
-Propiciar el acercamiento entre el rol social y el rol personal, entre aquello que se siente que se puede expresar hacia el exterior y los propios sentimientos.
-Trabajar los aspectos vitales, desplegar sentimientos y deseos de desarrollo de la vida personal futura y, a través del contacto con la muerte autoinfligida, dotar de sentido a la propia vida.
Lo esencial es la individualización de las reacciones, tiene poca relevancia la visión del suicidio en general. El suicida deja un legado en el sobreviviente, le hace depositario de sus enigmas y secretos. Le transforma en heredero de sus fallos y carencias dejando unos profundos e intensos sentimientos que el allegado tendrá que elaborar. Lograr acompañamientos, en este camino de emociones y de elaboración de sentimientos, ayudará en la difícil tarea que este duelo les plantea para reorganizar la vida integrando un hecho tan movilizador como el acto suicida.
Autor: Antonio Sánchez
Autor: Antonio Sánchez González
Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos