Los hombres no pueden evitar confiar sus designios a otros, aun en aquellos casos en que es aconsejable el silencio.
Spinoza
Tras vivir un trauma por la agresión, el abuso o el maltrato de otro ser humano, la decepción, por las actitudes de las personas que nos rodean, es un elemento que añade dolor, desesperanza y desmoralización.
Hace años, en una sesión de terapia, nombré, ante un paciente que había vivido varios acontecimientos traumáticos relevantes, al referirme a los apoyos con los que contaba, la expresión» compañeros de trabajo», inmediatamente me replicó: «compañeros no, coincidentes laborales».
De forma reiterada se nos presenta, en el desarrollo de la psicoterapia, la decepción por el comportamiento de los cercanos ante el trauma; muchas de estas desilusiones con la atención recibida se sustentan en una mala evaluación de la intensidad y profundidad de la relación con el otro. El permanente cuestionamiento de cuáles son las personas del entorno con las que podemos contar, como apoyo para el afrontamiento de un trauma, se esclarece sustancialmente si existe una posición, lo suficientemente definida, en relación a quienes son amigos, amistades, compañeros, coincidentes, conocidos, colegas, camaradas, acompañantes, asociados, socios…
Apoyarse en los demás, confiar en que recibiremos sostén de quienes lo esperamos es un elemento esencial para el desarrollo personal y para el afrontamiento de las situaciones traumáticas; las situaciones en que se produce un sentimiento de abandono suponen una retraumatización e inciden en una sensación de desvalimiento y desamparo consustancial a haber recibido agresiones por parte de otros humanos.
Distinguir entre personas que pasan o caminan a nuestro lado, incluso muy cerca, y aquellas que nos acompañan en un momento de la vida es esencial para no añadir más decepciones en el camino de integrar un trauma. En el proceso de búsqueda de sostén es necesario valorar en quién me apoyo, para qué circunstancia específica y en qué momento en concreto lo hago.
En el proceso de psicoterapia de una persona víctima de una agresión por parte de otro humano es esencial ayudar a no incrementar la desconfianza y a minimizar las dificultades en las relaciones interpersonales. Se podrá encontrar un espacio y un ser humano, el psicoterapeuta, en el que poder depositar los múltiples aspectos que el hecho traumático tuvo y las diferentes emociones, sentimientos y conductas con las que éste se manifiesta en el momento actual. Por otra parte es fundamental, para una buena elaboración del trauma, desarrollar un proceso de saber qué personas pueden ser un soporte, diferenciando grados de éste; y, de forma muy especial, poder identificar quienes no deben ser copartícipes del trauma personal.
Una mala elección al compartir la historia personal traumática será retraumatizante, confirmará los temores, intensificará las alteraciones psicológicas e incrementará las dificultades en las relaciones interpersonales.
Autor: Antonio Sánchez González
Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos