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Me sostiene
este vivir en vilo
sin ninguna señal
ni mapa
ni promesa,
en una antesala donde todos trajinan
como empleados
para olvidar.

 

Rafael Cadenas

Suicidio o accidente difícilmente explicable; afrontar este cuestionamiento o no hacerlo se transforma en una compleja disyuntiva para un amplio grupo de personas que tienen que enfrentarse a esta situación. Un suicido siempre es un cuestionamiento para el que queda vivo. Cuando las condiciones de la muerte abren la disyuntiva de la voluntariedad que haya podido tener el fallecido sobre ella, se añade una incertidumbre que hace mucho más complicado el manejo de esta difícil coyuntura. Como señala Camus lo que a la vez es una razón para vivir lo es también para morir.

psicoterapia suicidio muerte accidenteMi reflexión sobre esta compleja experiencia se reavivó cuando, recientemente, una persona me consultó, tras el fallecimiento, en extrañas circunstancias, de su padre y me dijo: «sé que no voy a saber nunca lo que ocurrió pero necesito poder hablar de mis dudas, mi padre no estaba bien, mis hermanas me dicen que fue un accidente y que el sólo hecho de pensar que pudiera ser un suicidio es una ofensa hacia mi padre».

La posibilidad de que el fallecimiento sea consecuencia de un suicidio afecta, de forma muy intensa, a un amplio número de familiares y de cercanos. Las reacciones que se producen son muy diversas y van desde la aceptación de esa duda y querer, en diversas formas y medidas, hablar de ella, hasta la negación más absoluta viviendo como un ataque y una agresión cualquier alusión, por mínima que sea, a la posibilidad de un suicidio. La coexistencia de estas múltiples posiciones, siendo muchas de ellas radicalmente incompatibles entre sí, hace que hablar de esta incertidumbre entre los diferentes allegados se transforme, en muchos casos, en una experiencia especialmente dificultosa y, en algunos otros, radicalmente imposible.

¿Qué aporta pensar o hablar sobre si fue un suicidio o un accidente?, ¿va a cambiar algo?, ¿qué más da si ya es algo que no tiene solución? En lugar de permitir que esa duda sea una compañera para el resto de sus días, las personas que se aferran a una negación absoluta necesitan establecer una certeza donde no puede haberla. Para mantener domeñada la sospecha es necesario preservar, de forma sostenida en el tiempo, una percepción y un pensamiento disociado en relación con múltiples y variados aspectos relacionados con la muerte, en general, y con el suicidio, en particular.

Ante esta disyuntiva se abren varios planos diferenciados, difíciles de integrar y muchas veces incompatibles; por un lado, el individual en el que cada uno tendrá que afrontar esa duda; por otro, la visión del grupo de allegados, en general. Y a este se añaden los diversos subgrupos que comparten, con matices variados, la forma de afrontar esta muerte. Lejos de que esta interacción entre lo grupal y lo individual sea estable se van produciendo múltiples cambios que conducen a cuestionamientos que se mantendrán a lo largo del tiempo.

En mi experiencia clínica es especialmente relevante esta situación cuando se trasmite, a los hijos de la persona suicidada, una historia familiar en la que se da como seguro el accidente a la vez que el hijo crece con una duda, casi siempre no consciente, sobre la verdadera causa de la muerte de su progenitor.

Aceptar la complejidad, las diversas dudas, la imposibilidad de saber con certeza lo ocurrido, conduce a un mejor manejo de los propios sentimientos sobre múltiples cuestiones que, de forma directa o tangencial, tienen relación con este tema. Por contra la imposición de certezas sobre este campo de dudas llevará a una confusión de emociones y sentimientos que se extenderá a diversos ámbitos de la vida.

Si esa duda existe, aunque sea mínima, es imprescindible hablar de ella. Cuándo compartirlo, con quién y en qué medida, se transforma en otra de las cuestiones cruciales de toda esta situación. La elección de interlocutores y de cómplices de camino adecuados será, en este caso como en todos los que tienen una alta carga afectiva, la esencia de un caminar productivo.

Ante la disyuntiva de suicidio o accidente será necesario arrostrar que, desde ese momento, una duda, sin solución posible, será un acompañante para el resto de la vida.

Autor: Antonio Sánchez González

Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos

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