Las verdades que más nos importan
vienen siempre a medio decir.
Baltasar Gracián
Cada día es más frecuente atender en consulta a niños que son traídos por sus padres para que se les ponga, o se les imponga, un diagnóstico psiquiátrico. Se pretende, y no pocas veces se logra, que lo que son peculiaridades del carácter o funcionamientos no acordes con la estructura familiar sean considerados trastornos mentales.
En muchos casos vemos como padres, con grandes limitaciones en sus estructuras relacionales y con escasa capacidad de introspección personal, sitúan los problemas familiares en el hijo que se transforma, así, en el enfermo designado, en la fuente de la que manan las dificultades de las problemáticas familiares.
El niño diagnosticado con un trastorno mental tranquiliza y satisface tanto a los padres como a todo el sistema educativo. Desde ese momento, la solución, a las problemáticas o a los comportamientos que queden fuera de la normatividad, queda en manos de neurólogos, psiquiatras y psicólogos que se transformaran en los depositarios y en los responsables del futuro del desarrollo del niño.
Desde la perspectiva del diagnóstico, el niño pasa de representar un problema de convivencia que desborda a los padres o los educadores a ser un enfermo y así la responsabilización por parte de todos los desbordados se diluye. Se genera un efecto, transitoriamente, positivo al disminuir el grado de tensión consecutivo a las dificultades y conflictos; paralelamente, se adopta una posición de incapacitación del niño hacia el que descienden los niveles de exigencia y se consolidan actitudes de excesiva sobreprotección.
Paradójicamente, en muchos casos, la etiqueta de un trastorno mental conlleva una ausencia de apoyos ya que al ser un enfermo, únicamente un tratamiento, casi un bálsamo de Fierabrás, podrá resolver o paliar los problemas. Se dejan de lado las intervenciones familiares orientadas a corregir disfunciones dentro de éstas y no se buscan cambios en los patrones relacionales que operan tanto dentro de la familia como en la escuela.
Autor: Antonio Sánchez González
Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos