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Las cosas que mueren jamás resucitan,

las cosas que mueren no tornan jamás.

¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda

es polvo por siempre y por siempre será!

 

Alfonsina Storni

El deseo y la búsqueda de una reparación es consustancial al hecho de haber vivido una agresión por parte de otro ser humano. La idea de vengarse del victimario es parte de esa compensación y es un derecho inalienable de la víctima. La vivencia de la rabia es para Bolwy un elemento esencial de la elaboración del duelo; la reflexión y la meditación personal sobre la venganza hacia el victimario y hacia quienes le amparan es un elemento fundamental para poder integrar en la vida personal el daño recibido que, al ser un pasado, es irreparable.

perdón tratamiento psicoterapia

En el tratamiento de víctimas vemos, con gran frecuencia, personas a las que, tanto por influjos sociales como por la presión de sus cercanos, se les ha arrebatado el derecho a pensar en la venganza. Una forma de quitar ese derecho es el abogar por el olvido o el perdón incondicional. La legitimación para considerar la venganza, con todo el proceso de elaboración que conlleva, tiene su base  esencial en que el daño vivido puede ser indultado pero nunca absuelto. Es, sin duda, la venganza quien siente piedad y busca una justicia, imposible en su totalidad, para la víctima.  En este punto es muy atinada la reflexión aportada por Cynthia Ozick: «A menudo nos dicen que lo veamos así: la venganza nos embrutece y el perdón nos purifica. Pero también puede producirse el fenómeno contrario. Los rabinos dicen: “El que sea misericordioso con el cruel sentirá indiferencia con el inocente”. Por tanto, el perdón también puede embrutecer».

Acariciar la venganza es una interesante expresión; cuando la víctima siente que tiene personalmente esa posibilidad se produce un cambio sustancial en la dialéctica con el victimario: al sentir esa facultad, se experimenta que se podrían cambiar los papeles. Aquí, como en muchos procesos psíquicos, es imprescindible establecer una radical distinción entre la idea y el acto, entre el pensar y el hacer, entre la posibilidad y la ejecución. La idea de poder vengarse es una elaboración del daño; como escribió Theodor Adorno: «dejar  hablar al sufrimiento es la base de toda verdad».

El abandono de llevar a cabo el desquite, el cese de la búsqueda de una compensación, es una problemática de una extrema complejidad para la víctima. Primero hay que meterse en la idea de la venganza, navegarla y luego no abonarla y no aferrarse a ella.  Para dejar de ser, primero hay que ser; en el hecho de no ejecutar la venganza, el arte de la renuncia alcanza sus más altas cotas; el abandono de la búsqueda de resarcimiento es un acto libérrimo de poderío y no de sumisión, de fuerza y no de impotencia. Es el inicio de un camino, largo y plagado de contratiempos, en el que se construye la integración del daño irreparable.

Autor: Antonio Sánchez González

Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos

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