Para algunos pacientes, la situación límite no es tanto el fin de una relación como el inicio de una nueva.
Irvin Yalom
La mayor parte de los vínculos de alta potencia emocional con otras personas terminan a lo largo de nuestras vidas. Son porcentualmente escasas las relaciones que se mantienen activas a lo largo de los años; este dato, claramente objetivo, es socialmente tergiversado o ignorado de forma sistemática. Nuestra biografía es una sucesión continúa de relaciones interpersonales que acaban; ciclos que se agotan, muchos de ellos no por nuestra voluntad ni por nuestro deseo. A menudo, hacemos énfasis en los comienzos, en el inicio de las relaciones, en su desarrollo, pero olvidamos absolutamente lo esencial que es dar por finalizado un vínculo.
Ante el declive y el deterioro de una relación interpersonal se vive un malestar. Nos referimos a una dinámica en la que, la situación se escapa de las manos y se confía en que una solución externa resolverá la situación. Se quiere creer que la afinidad que existió resucitará por medio de algún componente mágico. Metidos en esa dinámica, se intenta un inútil regreso, un mantenimiento del pasado con la vana esperanza de poder resolver un presente ya irresoluble. En vez de asumir que ya es tarde, que el tiempo se agotó, nos empecinamos en avivar un vano intento de continuar, derrapando en el calendario, luchando por lo que fue y ahora es un imposible. Toda separación tiene un componente de dolor; es necesario valorar que el mantenimiento de una relación gastada «con respiración asistida» es aún más doloroso y, sobre todo, es muy limitante y condiciona, de forma significativa, toda la vida afectiva.
La aceptación total y plena de que el ciclo ha concluido (lo que comporta aceptar el dolor y asumir las pérdidas, con todos sus elementos colaterales) es la piedra de clave que permitirá emprender nuevos vínculos. Si por el contrario nos obstinamos en dejar esa etapa vital abierta, con el duelo inconcluso, se genera un agujero que atrapa la energía vital y que produce un estancamiento emocional. Es el cierre del ciclo, con cada una de nuestras pérdidas, lo que nos fortalece y nos ofrece la posibilidad de iniciar algo nuevo, para así transitar por el camino del cambio, en una oportunidad que se nos abre.
Iniciar un nuevo ciclo siempre entraña riesgos, abre la posibilidad de toparse con barreras, unas conocidas y otras nuevas, que incluso pueden resultar infranqueables. Nos coloca frente a la constatación de que la posibilidad del fracaso es un hecho incuestionable. El éxito en los nuevos capítulos nunca está garantizado, pero la permanencia en un ciclo ya agotado es un fracaso seguro; su mantenimiento, sin una adecuada conclusión, será un lastre que incrementa sustancialmente las probabilidades de que nuevas relaciones tengan el mismo desarrollo, repitiendo con gran contumacia los mismos fallos y desaciertos. La reincidencia en situaciones estructuralmente idénticas, aunque aparentemente pueden parecer muy diferentes, es un indicativo de ciclos no resueltos.
Ante los conflictos que se reproducen una y otra vez, algunas veces enmascarados, debemos valorar que existe una pérdida no asumida que, si no se cierra, imposibilitará la construcción de una nueva relación significativa que sea productiva. Los finales deben gestionarse adecuadamente para evitar que los bagajes emocionales sean una losa que impide el desarrollo de nuevas relaciones. Un ciclo no resuelto, que no ha tenido un final adecuado, incrementa las posibilidades (en algunos casos, determina incluso) que nuevas etapas vitales tengan un desarrollo muy similar.
Uno de los objetivos esenciales de toda psicoterapia es la identificación, la aceptación y el afrontamiento de esos finales no conclusos que se van arrastrando a lo largo de la vida. El objetivo es lograr que las resistencias que cobija ese ciclo incompleto sean desveladas y desactivadas; así podremos acabar un periodo e iniciar otro.
Autor: Antonio Sánchez González
Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos