Han aprendido la manipulación
los gestos y palabras justas,
acompañados del tono de voz,
movimientos, expresiones, miradas…Se han aprendido el libreto,
de cómo hacer que les crea,
pero han conseguido,
que ya no les crea nada.Han tomado entonces,
prestadas otras caras,
y jugadas esas cartas,
más incrédulo me hicieron ser.No hay vuelta que darle,
jugaron al juego de la manipulación,
y ahora les toca sincerarse,
o sus palabras me serán silencios.
J.R. Cinacchi
Miles de personas deciden por muy diversas razones, impulsos y problemáticas suicidarse. La cuestión de si la vida merece o no la pena ser vivida y la decisión de acabar con ella es, como señala Camus, la cuestión filosófica esencial del ser humano. Junto a los suicidios consumados tenemos un gran número de intentos fallidos de éstos y un número muchísimo mayor de actos, gestos y amenazas que son manipulaciones suicidas. Desgraciadamente todas estas conductas son etiquetadas como intentos de suicidio.
Cientos de miles de allegados, familias y personas cercanas que se ven concernidas por las manipulaciones y gestos suicidas quedan atrapados en una dramática disyuntiva: si apoyan al manipulador tendrán que plegarse a sus maniobras y trucos en los que la posibilidad de un suicidio jugará un papel relevante; si no se pliegan a las imposiciones, asumen el riesgo de que se realice un intento de suicidio que, en algunos casos, por un mal cálculo de los actos del manipulador conduce a su muerte.
Los manipuladores no son enfermos psiquiátricos; es imprescindible la diferenciación entre una manipulación puntual, que todos los seres humanos podemos realizar en algún momento problemático de nuestras vidas, de la manipulación sistemática. Los manipuladores generan un malestar a su alrededor muy superior al que ellos padecen; en los trastornos psiquiátricos, por lo general, sucede lo contrario.
Los aprovechados, caraduras, «jetas» y utilizadores de los demás tienen una ausencia de visión de la existencia del otro. El otro, los demás, no existen y si existen no son más que una mera prolongación de los deseos y de las necesidades del manipulador. Sus enredos, engaños y tretas generan confusión y desasosiego en las personas en las que sus artimañas hacen blanco.
Toda amenaza de suicidio debe ser considerada seriamente; después de esto, muchas de ellas, deben ser dejadas en manos del que amenaza con suicidarse. La amenaza es un medio en el que el objetivo es lograr que el otro se doblegue; se trata de una imposición de las normas y deseos del manipulador ignorando las necesidades y deseos de los chantajeados, se intenta imponer la propia voluntad a través del chantaje de provocarse la muerte.
Sólo el amenazante puede decidir sobre su vida, él hace responsables a los otros de su situación apelando al amor, al cariño y al afecto que siente por sus cercanos; sin embargo quien mantiene una actitud de manipulación reiterada muestra no querer a las personas a las que daña. Es imprescindible mantener la conciencia clara de que la conducta del manipulador se refuerza con las respuestas de atención preocupación y acercamiento por parte de sus cercanos.
Las personas que tienen patologías o momentos vitales en los que las ideas suicidas son relevantes deben recibir cercanía, afecto y todo tipo de atenciones. Quienes hacen amenazas manipulativas deben recibir distanciamiento.
Autor: Antonio Sánchez
Autor: Antonio Sánchez González
Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos