Para creerse infiel es preciso creerse amado.
J.B. Racine
Existe una asunción bastante generalizada, que diferentes estudios avalan, respecto a que, en los hombres, la infidelidad sexual crea mayor malestar que la infidelidad emocional; mientras que en las mujeres se produciría el hecho contrario: una mayor afectación ante la infidelidad emocional que frente a la sexual.
Aportando interesantes datos sobre este tema, un trabajo publicado recientemente en la revista Archives of Sexual Behavior en el que participaron 63894 personas de 18 a 65 años intenta ver las diferencias entre los distintos participantes de la muestra: 33699 hombres heterosexuales, 26332 mujeres heterosexuales, 1204 mujeres bisexuales, 1071 hombres bisexuales, 1068 homosexuales y 520 lesbianas.
La infidelidad sexual era calificada como más importante que la emocional en los siguientes porcentajes:
Hombres Mujeres
Heterosexuales 54% 35%
Homosexuales y lesbianas 32% 34%
Bisexuales 30% 27%
Entre los heterosexuales la probabilidad de sentirse más afectado por la infidelidad sexual es 2,31 veces mayor en los hombres que en las mujeres. En los homosexuales, las lesbianas y los bisexuales no existen diferencias entre hombres y mujeres.
Frente a otros trabajos en los que se apuntaba que los más jóvenes estarían más preocupados por la infidelidad sexualen este estudio no se hallaron diferencias en relación con la edad; tampoco las hubo en función de los ingresos económicos, de tener hijos o no, ni en función de la duración de la relación actual.
Sin diferencias estadísticamente significativas los hombres que tenían una relación en ese momento se sentían más molestos en relación con la infidelidad sexual; este patrón era másintenso entre los hombres homosexuales y bisexuales. En las mujeres no existían diferencias en ninguno de los grupos.
Las personas que habían vivido una infidelidad por parte de su pareja tenían más probabilidades de estar afectados por la infidelidad sexual; si bien, este resultado fue únicamente significativo para los hombres heterosexuales y homosexuales.
Quienes habían cometido alguna infidelidad eran menos propensos a estar molestos por la infidelidad sexual, esto se vio en todos los grupos salvo en las mujeres bisexuales.
No es posible generalizar estos resultados ni tan siquiera a la población norteamericana, a la que pertenece la muestra, pero sí que se sugieren diversas líneas de reflexión:
– En los heterosexuales existe una clara diferencia entre hombres y mujeres, los primeros se muestran más afectados por la infidelidad sexual y las mujeres por la infidelidad emocional.
– En los homosexuales y bisexuales las diferencias de posicionamiento frente a la infidelidad son inapreciables.
Más allá de las cifras generales para cada grupo, es imprescindible tener en cuenta las diferentes perspectivas individuales. Las estructuras y normas sociales juegan un papel relevante en la valoración que se puede hacer en relación con la infidelidad sexual. Todo apunta a que entre los homosexuales y bisexuales, tanto en hombres como en mujeres, está más aceptada la no exclusividad sexual.
Quedan en el aire dos preguntas:
– ¿El cambio actual en los roles masculinos y femeninos afectará, en un futuro cercano, a la visión de la infidelidad entre hombres y mujeres?
– ¿En una sociedad en la que lentamente se van normalizando la homosexualidad y la bisexualidad se producirá un cambio en estas personas en relación con la exclusividad sexual?
Autor: Antonio Sánchez
Autor: Antonio Sánchez González
Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos