El humor proporciona el distanciamiento necesario para sobreponerse a cualquier situación, aunque sea por un breve tiempo
Viktor Frankl
Nuestra cultura nos presenta, de forma global y en muchos momentos específicos, como incompatibles el trauma psíquico y el humor. Para un buen abordaje terapéutico y vivencial de los acontecimientos traumáticos es imprescindible la separación y el alejamiento que proporciona el humor. Sin ninguna duda, el trauma es una cuestión demasiado seria y por tanto el ingenio, la ocurrencia, el chiste y una cierta ironía son necesarios e indispensables para poder vivirlo.
El objetivo es que la persona traumatizada genere raptos de humor que proporcionen una distancia entre el aquí y el ahora y la situación traumática pasada y que, de esta forma, se geste una semilla de la sensación de poder y control frente al trauma. Se origina un impacto, una sorpresa que será la brecha por la que puedan entrar nuevas visiones, un espacio de juego en el que se produce un encuentro que proporciona conexiones que generan un contexto más amplio.
Frente a la vivencia traumática que ancla en lo fáctico, el humor fomenta la imaginación, suscita un acercamiento diferente a los hechos disruptivos, facilita la posibilidad de redimensionar los problemas y las dificultades y así darles una evaluación diferente , rebaja la frustración, suaviza momentáneamente la realidad, genera alternativas y da nuevas perspectivas y así permite un incremento en la regulación emocional.
Es una habilidad que se puede promover y aprender tanto en la relación con uno mismo como con los demás, siempre valorando tanto el impacto que pueda producir como la oportunidad y el momento en que se usa. Tenemos que tener siempre presente que muchas de las personas traumatizadas son especialmente susceptibles ante los matices de las relaciones interpersonales por lo que se pueden sentir dañadas con facilidad.
Es imprescindible resaltar que son muchos los peligros que le acompañan; puede unir pero también crear rupturas, puede ser interpretado como una devaluación del padecimiento; sin duda, una broma o la ironía pueden herir y la ironía se puede confundir con el sarcasmo. Su uso abusivo o no pertinente puede ser una forma sutil de evitación, de distanciamiento emocional, de no conectar con el dolor y puede ser utilizado como un encubridor, como una forma de tapar tensiones.
Hace años escuche un chiste en el que se relataba como un hombre tras haber sufrido un atraco y tras recibir un balazo es llevado al hospital donde el médico que le recibe le pregunta que si es alérgico a algo a lo que él responde: «sÍ, al plomo». El posicionamiento que suscita este chiste quizás pueda ser entendido como una banalización de un acontecimiento muy serio pero en mi opinión es una forma de conexión diferente y productiva con el trauma vivido.
El humor es un componente esencial de la vida y por ende del proceso terapéutico. El arte de la psicoterapia del trauma es encontrar la forma, el momento y la medida en que debe formar parte de ésta.
Autor: Antonio Sánchez González
Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos