No turbes, pues, mi paz con tus discursos,
amigo: mucho sabes;
pero mi sueño sabe más… ¡Aléjate!
No quiero gloria ni heredad ninguna:
yo lo que tengo, amigo, es un profundo
deseo de dormir…
A. Nervo
Dormir es desconectar y, por tanto, abandonar un mundo sobre el que, de forma real o imaginada, se siente un cierto control. Es entrar en contacto con otro mundo que, pese a ser totalmente nuestro, nos parece ajeno. Las personas con excesivas necesidades de control o con intensos temores ante la pérdida de éste tienen grandes dificultades para conciliar el sueño o para mantenerlo.
La transición al dormir es un espacio en el que existe la posibilidad de conectarse con elementos esenciales de uno mismo, que durante la actividad diaria han quedado, en gran medida, apartados. Estos momentos, que representan una gran oportunidad para establecer un vínculo entre la actividad externa y el mundo interno, son los que propician que afloren tensiones y conflictos internos no resueltos que llevan a muchas personas a alteraciones del sueño.
Para poder dormir mejor y afrontar los diversos problemas del sueño es necesario incidir en una serie de prácticas de la psicología del dormir:
-Conocer las propias necesidades fisiológicas; cada persona necesita un periodo de sueño en el que no existe un número de horas que sean las «normales». El autoconocimiento corporal es un eje esencial para organizar las cuestiones externas (luz, tipo de cama, aislamiento, temperatura, ejercicio, nutrición, etc.) que propician o dificultan el descanso nocturno.
-Saber y aceptar los cambios que se producen en la forma de dormir y en la profundidad del sueño a lo largo de la vida. Este mismo conocimiento y aceptación se debe dar ante los cambios biológicos personales (enfermedades, cambios hormonales, etc.) y ante las modificaciones de las condiciones ambientales (luz, calor, etc.).
-Regular el consumo de estimulantes que puede tener efectos idiosincráticos muchas horas después de su consumo. Evitar el consumo de tóxicos que facilitan el sueño, ya que éstos generan un círculo en el que se retroalimenta su uso.
-Aprender y desarrollar técnicas conductuales y de relajación, adaptándolas a las condiciones personales, que faciliten la disminución de la activación física y mental.
-Sin ninguna duda, la psicoterapia orientada hacia el autoconocimiento, a conocer y a integrar los diversos aspectos de nuestros temores, vergüenzas y sentimientos ocultos, conducirá a un mejor afrontamiento del contacto con nuestro mundo del sueño. Desde este punto de partida podremos tolerar y manejar tanto los tiempos en los que estamos despiertos en la noche como los contenidos angustiantes de los sueños.
-Evitar el consumo continuado de fármacos hipnóticos. Los fármacos deben ser siempre utilizados, de forma puntual, como facilitadores de todas las condiciones señaladas previamente y no como una búsqueda de solución para los problemas del sueño.
Por último reiterar que lo esencial en la resolución de las problemáticas del sueño pasa por el conocimiento y la significación que tiene, para uno mismo, tanto el dormir como el no hacerlo. El masivo alejamiento de nuestra estructura social de este objetivo nos lleva a la excesiva medicalización y psiquiatrización de los problemas relacionados con el dormir; como consecuencia de esto se produce un consumo desmesurado y continuado de fármacos que, lejos de resolver estos problemas, conduce a su mantenimiento y a su cronificación.
Autor: Antonio Sánchez
Autor: Antonio Sánchez González
Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos