Se puede vivir de muchos modos pero hay modos que no dejan vivir.
F. Savater
Los familiares y personas cercanas que cuidan no son expertos ni están formados en todo lo relativo al cuidado; por lo tanto, no se les puede demandar ni los conocimientos ni las competencias que deben tener los profesionales de este campo.
Es imprescindible tener en cuenta que la capacidad de cuidar es limitada y que para poder cuidar a alguien, de forma sostenida y prolongada en el tiempo, es imprescindible tomar conciencia de las propias necesidades y saber cuidarse a uno mismo.
La conjunción de lo referente al enfermo y al cuidador junto con los apoyos externos que ambos puedan recibir genera un conjunto de diversas circunstancias y situaciones que debemos analizar y considerar:
- Ante enfermos crónicos, con sus capacidades disminuidas, su evolución llevará, inexorablemente, a un incremento en su deterioro y en su capacidad de autonomía.
- La situación será prolongada, lo cual va a exigir una reorganización tanto de la vida laboral como de la familiar y socia
- Es necesario diferenciar si ha habido posibilidad de anticipar la situación que se vive y si se han generado estrategias de afrontamiento.
- Es muy diferente el cuidado a tiempo parcial y el cuidado a tiempo completo.
- Existe una gran desigualdad entre el cuidado elegido, aún con condicionantes, y el que es vivido como impuesto por diversas circunstancias que se consideran ajenas.
- Las discrepancias entre diferentes agentes o familiares y las diferentes presiones externas influirán, en función de su grado e intensidad, significativamente, en toda la estructura del cuidado.
- No son comparables las situaciones en las que existe un reparto de cargas de las que no existe éste.
- Es determinante el estado físico del cuidador al inicio del proceso de atención al enfermo; ante el envejecimiento de la población, vemos como cuidadores a personas que deben ser ellas mismas cuidadas.
- Es frecuente que se produzca un cambio en los roles que cada miembro de la familia tenía previamente, así será necesario un reajuste de las posiciones individuales y globales en el ámbito familiar.
- Se debe realizar una evaluación de los recursos económicos de que se dispone y de los que se está dispuesto a aportar para el cuidado.
- El grado de solidaridad y las posibilidades de apoyo de las personas del entorno debe ser examinado de forma realista y muy profundamente.
- Los recursos institucionales deben ser evaluados distinguiendo, claramente, cuales son para un apoyo momentáneo y cuales se mantendrán a medio y largo plazo.
- El conocimiento y compresión de la enfermedad, tanto de la situación en el momento en que se está viviendo como de la evolución previsible y de las posibles complicaciones, es crucial para el afrontamiento del cuidado.
Todas las circunstancias y situaciones citadas deben ser consultadas con los diversos profesionales que pueden hacerse cargo de ellas para así crear una red de sostén del cuidador.
Las consecuencias negativas aparejadas a la situación de cuidado que pueden aparecer en el cuidador son:
- Deterioro físico que puede conducir a la aparición de diversos padecimientos y enfermedades
- Sensación de falta de apoyo y de comprensión por parte del entorno
- Sensación de incapacidad y de impotencia
- Cambios bruscos del estado de ánimo con inestabilidad emocional
- Vergüenza y culpa por no estar a la altura de las propias expectativas o de las demandas externas
- Desesperanza que se extiende a muy diversos ámbitos con pérdida generalizada de la ilusión
- Disminución de la capacidad de disfrutar de los diversos aspectos de la vida
- Mantenimiento de un estado de tensión que se generaliza a todas las actividades
- Pérdida de la paciencia con enfados frecuentes y con irritabilidad
- Descuido de las relaciones con amigos y con otras personas del entorno
- Aislamiento tanto físico como emocional de casi todas las personas
- Renuncia a las aficiones y hobbies
- Abandono del cuidado personal desatendiendo tanto el aspecto externo como la propia salud
- Pérdida del humor
- Problemas de sueño con insomnio y ausencia de descanso reparador
- Alteraciones en la conducta alimentaria
- Síntomas depresivos
- Síntomas de ansiedad
- Trastornos psiquiátricos estructurados que requieran tratamiento psicofarmacológico
Autor: Antonio Sánchez
Autor: Antonio Sánchez González
Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos