Pero ocurrió que el principito, después de haber caminado mucho tiempo a través de arenas, rocas y nieve, descubrió al fin un camino. Y todos los caminos conducen a donde están los hombres.
Antonie de Saint-Exupéry
Una problemática reiterada en la consulta, fiel reflejo de lo que vemos ampliamente repetido en la vida cotidiana, es la elección de malos cómplices en el desarrollo de la vida de nuestros pacientes. En las personas que han vivido un trauma significativo provocado por otro ser humano, el proceso de depositar confianza en otros es especialmente complejo.
En las personas que han sufrido agresiones, intimidaciones o malos tratos por parte de cercanos se produce una quiebra de la confianza básica, una sensación de indefensión que conduce a alteraciones en las relaciones con los demás, oscilando entre grandes distanciamientos y fusiones extremas; diversos mecanismos, muchos de ellos no conscientes, llevan a establecer nuevos nexos personales que, al repetir esquemas conceptuales y operativos anteriores, pueden producir retraumatizaciones.
Nuestra capacidad de elección de muchas de las personas que nos rodean (familiares, vecinos, compañeros de trabajo, etc.) es en gran cantidad de ocasiones bastante limitada. Pero si tenemos, o tendremos que desarrollar, una disposición y aptitud para elegir quienes de aquellos que nos rodean serán cómplices adecuados en el devenir de nuestra vida.
Buenas personas pueden no ser buenos cómplices; la necesidad de acomodar las relaciones a un espacio determinado y a un momento vital concreto determinará diversas limitaciones e incapacidades; el proceso de construcción de relaciones, siempre deberá ser compartido -una co-construcción- en la que será necesario un entonamiento para recorrer un camino que sea común y compatible con las posibilidades de ambos cómplices.
Quienes han sido buenos socios en algunas empresas vitales pueden no serlo en otras, alguien con quien hemos podido transitar algún tipo de dificultades puede ser absolutamente incapaz de apoyarnos en el afrontamiento de otras.
La buena voluntad no basta, el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones; cuando estamos abordando agresiones humanas de alto impacto, los aspectos traumáticos, manifiestos o no, de los que nos rodean pueden ser unos potenciadores de dificultades de afrontamiento y promover disociaciones que generarán dificultades añadidas y que conducirán a mayores ocultamientos.
La elección de socios en la senda de crear confianza, capacidades de afrontamiento y posibilidades de abordaje de inseguridades e inestabilidades debe basarse en expectativas realistas en las que una relación de reciprocidad, un vínculo entre pares y no entre iguales, permita una base que pueda dar empuje, vigor y fluidez a unas relaciones humanas, que marcadas por el trauma, han sido previamente limitadoras y limitantes.
El proceso de escoger a aquellos con quienes construir un progreso vital grato, saludable y fecundo- y paralelamente alejar a aquellos que lo complican, lo lastran, lo obstaculizan, lo dificultan o lo impiden- es uno de los hechos más determinantes del desarrollo de nuestras vidas.
Autor: Antonio Sánchez González
Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos