por Antonio Sánchez González | Dic 11, 2014
El dolor, el luto y el periodo de reestructuración personal tras la pérdida de una persona cercana es especialmente dificultoso cuando el fallecimiento es consecuencia de un suicidio. La complejidad junto con los escasos estudios científicos en relación con este tema se refleja en un trabajo reciente que ha sido publicado en la revista The Lancet Psychiatry
por Antonio Sánchez González | Nov 25, 2014
El victimario, el agresor y su entorno suelen transformarse en el centro de la compensación que se solicita para las víctimas; de esta forma se le otorga un protagonismo central, reeditando el dominio que mantuvo al realizar la agresión; el agresor tuvo el poder al infligir el daño
por Antonio Sánchez González | Nov 17, 2014
Las agresiones verbales como una de las formas de maltrato y abuso en la infancia están claramente infravaloradas; ésto pese a la existencia de diversos estudios que demuestran las deletéreas consecuencias psicopatológicas que padecen las personas que han padecido estas agresiones y las consecuencias adversas
por Antonio Sánchez González | Nov 4, 2014
En un reciente trabajo publicado en la revista Nature (1) sus autores plantean: «es hora de que los políticos, los proveedores de financiación, los investigadores y los médicos aborden las altas tasas de suicidio». En este artículo bajo el título «una hoja de ruta para la investigación y la prevención del suicidio»
por Antonio Sánchez González | Sep 26, 2014
Olvidar, junto con el perdón y la venganza, son las vías de reparación que tanto la sociedad como las personas cercanas les ofrecen a las víctimas
El olvido es incompatible con la elaboración del trauma. La elaboración vendrá de una modulación del recuerdo. La dinámica de emociones, actitudes, pensamientos y comportamientos nunca puede ser el olvido frente al recuerdo, ha de ser una memoria productiva, fluida y generadora de posibilidades frente a una limitante, rígida y restrictiva.
El afrontamiento de todos los hechos ocurridos junto con las vivencias y sentimientos unidos a ellos, es la única vía que puede evitar la reviviscencia y por tanto la continúa presencia del trauma y de sus consecuencias. Por el contrario, el intento de ignorar los acontecimientos padecidos y las graves consecuencias personales que han tenido, conduce a una persistencia del daño en la que no existe un pasado, sino un presente continuo.