Durante los últimos 20 años un proceso tremendamente esperanzador ha venido construyéndose; la supervivencia al cáncer se ha incrementado de forma espectacular. Todas las previsiones nos conducen a pensar que este aumento continuará y aumentará de forma muy relevante en los próximos años. Paralelamente el riesgo de desarrollar trastornos del ánimo se ha incrementado, siendo necesario prestar mayor atención a estos padecimientos.
Existe una tendencia a enfatizar los problemas a corto plazo ignorando los que se desarrollan en un periodo más largo de tiempo. La superación de un grave problema de salud conlleva una serie de efectos positivos sobre el ánimo y las expectativas de vida que hace que no tengamos suficientemente en cuenta los trastornos de ansiedad y depresivos que pueden surgir años después de la supervivencia.En la clínica diaria observamos como muchas personas padecen trastornos anímicos cuando su padecimiento físico se ha encauzado; ésta observación es especialmente numerosa en el caso de personas allegadas que han vivido junto al enfermo el proceso de la enfermedad.
En un reciente estudio publicado en la revista Lancet Oncology (1) se hace una revisión de 43 trabajos en los que se evalúa la existencia de depresión y ansiedad en personas que habían sido diagnosticadas de cáncer y en las que como mínimo este diagnostico se hubiera realizado dos años antes.
En relación con la depresión, 51.381 supervivientes de cáncer fueron comparados con 217.630 controles sanos; en las personas con cáncer la prevalencia de depresión fue del 11,6% y en las personas sanas del 10,2%; sin ser estadísticamente significativos, estos resultados sitúan que el riesgo de depresión en 1,11 veces mayor al padecer un cáncer.
Al valorar la ansiedad se encontró que tenían este trastorno el 17,9% de de los 48.964 supervivientes de cáncer frente al 13,9% de los 226.467 controles sanos; estás diferencias resultaron estadísticamente significativas siendo el riesgo de padecer un trastorno de ansiedad 1,27 mayor en los afectados por tumores.
En la evaluación de los estudios en que se realizaba una comparación entre los enfermos y sus parejas no se encontró ninguna diferencia significativa ni en la incidencia de depresión ni de ansiedad entre ambos manteniéndose un riesgo más elevado de padecer depresión y ansiedad en ambos grupos.
Los resultados del estudio sugieren que en las personas que sobreviven durante años al cáncer, la ansiedad, y en menor medida, la depresión pueden transformarse en un problema. Al estudiar las parejas de los enfermos se objetiva como estos trastornos les afectan en la misma medida que a los afectados por el cáncer.
Es necesario llevar a cabo acciones encaminadas a la mejora en el reconocimiento de los trastornos de ansiedad tanto en las personas que han padecido un cáncer como en sus allegados. Sin duda, una mayor atención a la aparición de estos problemas conducirá a un abordaje más temprano y exitoso de la ansiedad.
Los resultados de este trabajo nos llevan a pensar tanto en la necesidad de incrementar los apoyos a los enfermos de cáncer como en el desarrollo de medidas preventivas que minimicen el impacto anímico de padecer esta enfermedad. Como en otros muchos estudios se observa que las personas cercanas a los afectados por vivencias de alto impacto emocional están expuestas a padecer los mismos trastornos que los afectados.
(1) Mitchell AJ, Ferguson DW, Gill J et al. Depression and anxiety in long-term cancer survivors compared with spouses and healthy controls: a systematic review and meta-analysis. Lancet Oncology 2013; 14:721-32
Autor: Antonio Sánchez
Autor: Antonio Sánchez González
Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos