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La pérdida de un hijo suele ser la más amarga de todas, porque estamos en duelo simultáneamente por nuestro hijo y por nosotros mismos.

 

Irvin Yalom

La terapia con parejas que han vivido la muerte de un hijo es una de las tareas más complicadas que atendemos en consulta; lo desgarrador de esta vivencia se exacerba y adquiere matices muy marcados cuando la muerte ha sido provocada por otro ser humano o es consecuencia de un suicidio. El brutal choque con lo que nunca se había querido pensar, con lo innominable e innombrable abre distancias y alejamientos que conducen con frecuencia a divorcios y al mantenimiento de convivencias en las que se perpetúa una separación anímica.

pareja duelo hijo traumáticoLa aceptación de lo que cada uno siente, las diversas expresiones de la pérdida, las culpabilizaciones, el manejo del dolor, las atribuciones de responsabilidades, el desvelamiento de discordancias preexistentes, la sincronización, admitir y tolerar que cada uno vive la pérdida de forma diferente y la búsqueda de espacios tanto individuales como de pareja para la elaboración del duelo son elementos que generarán variados conflictos dentro de la pareja.

Inicialmente, la culpabilización es una defensa ante la impotencia frente a la pérdida del hijo, es una búsqueda de una capacidad frente a la terrible realidad de la incapacidad para poder proteger a un hijo, frente al fracaso del rol protección de la prole y de preservar la continuidad familiar. Junto a una culpa compartida tanto por lo realizado como por lo no hecho, se dan atribuciones cruzadas de culpas, muchas de ellas no expresadas suficientemente, entre ambos padres; se buscan expiaciones hacia otros en las que en ocasiones existen discrepancias, siendo especialmente problemática la responsabilización hacia otros hijos.

Más allá del complejo proceso de afrontamiento y de asunción de la pérdida, del fin de la vida con ese hijo, se inicia la enorme tarea del desarrollo de una vida sin él, de  construir una vida nueva.

En el camino de aceptación de lo insustituible, de la pérdida traumática de un hijo, es imprescindible la búsqueda de espacios y de ayudas individuales para cada uno de los padres y la tolerancia por parte del otro de recorrer caminos que, en muchos momentos, no solo no serán paralelos sino que serán discrepantes. La pareja,  no solo el otro padre, como cumbre de la intimidad, podrá ser la movilizadora y activadora de una creatividad que permita desarrollar un nuevo sentido de vida ante este inmenso dolor.

Autor: Antonio Sánchez González

Psiquiatra- Psicoterapeuta – Perito Judicial
Especializado en el trabajo con personas afectadas por acontecimientos traumáticos

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