Los intentos que las víctimas hacen para tratar de entender el acontecimiento traumático que han vivido y las repercusiones que éste ha tenido en sus vidas son esenciales para integrar el trauma.
En un estudio publicado recientemente (1) se ha tratado de evaluar la búsqueda de sentido a lo ocurrido y la percepción de cambios personales
Una comprensión del perdón, entendido como un conjunto de de cambios en la motivación y como un elemento para restaurar la interacción social tras un conflicto, se estudia en un interesante trabajo (1), tanto por los datos que aporta como por las sugerencias que aporta, en el que se analiza cómo los gestos conciliadores promueven el perdón y reducen la rabia.
Repararse es poder volver a unir y organizar los diversos aspectos de la personalidad que, como consecuencia de los hechos traumáticos, quedaron disgregados; vencer el miedo a las múltiples emociones relacionadas de forma directa o indirecta con ellos. Poder volver a sentir, en algunos casos será una experiencia novedosa, la propia vida como una totalidad
El victimario, el agresor y su entorno suelen transformarse en el centro de la compensación que se solicita para las víctimas; de esta forma se le otorga un protagonismo central, reeditando el dominio que mantuvo al realizar la agresión; el agresor tuvo el poder al infligir el daño
Olvidar, junto con el perdón y la venganza, son las vías de reparación que tanto la sociedad como las personas cercanas les ofrecen a las víctimas
El olvido es incompatible con la elaboración del trauma. La elaboración vendrá de una modulación del recuerdo. La dinámica de emociones, actitudes, pensamientos y comportamientos nunca puede ser el olvido frente al recuerdo, ha de ser una memoria productiva, fluida y generadora de posibilidades frente a una limitante, rígida y restrictiva.
El afrontamiento de todos los hechos ocurridos junto con las vivencias y sentimientos unidos a ellos, es la única vía que puede evitar la reviviscencia y por tanto la continúa presencia del trauma y de sus consecuencias. Por el contrario, el intento de ignorar los acontecimientos padecidos y las graves consecuencias personales que han tenido, conduce a una persistencia del daño en la que no existe un pasado, sino un presente continuo.
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