Nuestra cultura nos presenta, de forma global y en muchos momentos específicos, como incompatibles el trauma psíquico y el humor. Para un buen abordaje terapéutico y vivencial de los acontecimientos traumáticos es imprescindible la separación y el alejamiento que proporciona el humor.
Es frecuente que ante un trauma-agresión, abuso,maltrato- los cercanos a la víctima tengan que hacer una elección: o están con la víctima o están con el verdugo.
Los victimarios son apoyados, de muy diferentes formas y con diversas intensidades, por muchísimas personas en la realización de sus actos; sin estos apoyos el daño a las víctimas cesaría o se produciría con una menor intensidad y frecuencia.
La vergüenza debe ser superada, dominada, vencida, erradicada; éste era el posicionamiento casi unánime de los participantes en un taller sobre vergüenza en el abuso y el maltrato que impartimos recientemente.
Las consecuencias psicológicas de la guerra son persistentes en el tiempo; pese a la aparente obviedad de esta formulación debemos darnos cuenta de cómo en la realidad se tiende a actuar como si esto no fuera así.
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