La existencia de un pasado con una infancia feliz no es, ni mucho menos, una realidad generalizada. Por el contrario, todos los profesionales que trabajamos en terapia constatamos, de forma reiterada y permanente, la existencia de muchos adultos que han vivido una infancia traumática.
La convulsión y la crisis actual nos ubica en un inmejorable momento para recapacitar sobre el tiempo, su persistir y su fluir, su paso y su permanencia: lo casual y lo causal, lo efímero y lo perdurable.
Nuestro pasado es lo que construyó nuestro futuro y el futuro no deja vivir el presente, (en unos instantes pasado), por miedo al propio porvenir, a poner mal un pilar y no poder construir. Aunque intentemos evitarlo, lo difícil, las decisiones complejas se echan encima
La terapia con parejas que han vivido la muerte de un hijo es una de las tareas más complicadas que atendemos en consulta; lo desgarrador de esta vivencia se exacerba y adquiere matices muy marcados cuando la muerte ha sido provocada por otro ser humano o es consecuencia de un suicidio.
Hace mucho que no me preguntan eso de si estudio o trabajo pero sí qué es lo que hago y qué es lo que tendrían que hacer si “vinieran a verme” a la consulta. De qué se TRATA esto de hacer una terapia. Sobre todo intriga la primera sesión.
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