Los familiares y personas cercanas que cuidan no son expertos ni están formados en todo lo relativo al cuidado; por lo tanto, no se les puede demandar ni los conocimientos ni las competencias que deben tener los profesionales de este campo.
Mi abuelo no era una persona de mentalidad abierta, gracias a la mili y a la guerra. Cuando se enteró que yo iba a estudiar Psicología, su mirada (también era de pocas palabras) siempre severa, se tornó en otra de grave preocupación. Verano tras verano me preguntaba qué asignaturas tenía, y cuando yo acababa de relatarle preguntaba: ¿y kárate?
Son muy diversas las formas de abordar el complejo tema del perdón, casi todas ellas van ligadas a una restauración de la relación con el ofensor. Quiero plantear una perspectiva que va únicamente unida a la posición que la víctima, de forma individual y libérrima, adopta frente a los victimarios y frente al daño recibido.
La actividad de los familiares o personas cercanas que cuidan a enfermos crónicos incapacitados debe ser entendida desde la confluencia de tres vertientes: el cuidador, el enfermo y los apoyos que ambos tengan. Esta actividad se desenvolverá dentro de un contexto social determinado y éste influirá de manera significativa en la forma en que se desarrolle el cuidado y en la manera en que será afrontado.
Los intentos que las víctimas hacen para tratar de entender el acontecimiento traumático que han vivido y las repercusiones que éste ha tenido en sus vidas son esenciales para integrar el trauma.
En un estudio publicado recientemente (1) se ha tratado de evaluar la búsqueda de sentido a lo ocurrido y la percepción de cambios personales
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