Psiquiatras y psicólogos
Mi abuelo no era una persona de mentalidad abierta, gracias a la mili y a la guerra. Cuando se enteró que yo iba a estudiar Psicología, su mirada (también era de pocas palabras) siempre severa, se tornó en otra de grave preocupación. Verano tras verano me preguntaba qué asignaturas tenía, y cuando yo acababa de relatarle preguntaba: ¿y kárate?
Víctimas de abuso o de agresión, el proceso personal del perdón
Son muy diversas las formas de abordar el complejo tema del perdón, casi todas ellas van ligadas a una restauración de la relación con el ofensor. Quiero plantear una perspectiva que va únicamente unida a la posición que la víctima, de forma individual y libérrima, adopta frente a los victimarios y frente al daño recibido.
Familiares y personas cercanas cuidadoras de enfermos crónicos
La actividad de los familiares o personas cercanas que cuidan a enfermos crónicos incapacitados debe ser entendida desde la confluencia de tres vertientes: el cuidador, el enfermo y los apoyos que ambos tengan. Esta actividad se desenvolverá dentro de un contexto social determinado y éste influirá de manera significativa en la forma en que se desarrolle el cuidado y en la manera en que será afrontado.
Búsqueda de sentido tras vivir un abuso sexual en la infancia
Los intentos que las víctimas hacen para tratar de entender el acontecimiento traumático que han vivido y las repercusiones que éste ha tenido en sus vidas son esenciales para integrar el trauma.
En un estudio publicado recientemente (1) se ha tratado de evaluar la búsqueda de sentido a lo ocurrido y la percepción de cambios personales
Diagnosticados II
Hace más de una década, casi dos para ser sincera, un niño de 7 años que vino a la primera entrevista con su madre, cuando le pregunté qué le traía a la consulta me dijo: “tengo un tedehache, como el cabrón de mi padre, y ella (su madre claro) quiere que me lo quites sin pastillas”
Diagnosticados I
Nombres que se hacen visibles en las cicatrices, las torpezas, las pintas. Y sin darnos cuenta se quedan ahí, sin remedio. A tus espacios privados y sociales van por delante, presentándote, y cuando te das la vuelta ahí están también. Se ven, con los ojos abiertos y los ojos cerrados. Son como una puñalada por delante y por detrás, como un bofetón en las dos mejillas. No se inventa una firma con ellos, pero los que saben (y los que hacen estadísticas) los escriben en informes, para que quede constancia, de por vida.